¿Cuánta vivienda vacía hay?

Alfredo Artigas Chaves. Investigador social

Estudios en materia de vivienda, urbanismo, territorio, inclusión, innovación y economía social. Planeamiento estratégico.

Maneras de afrontar la crisis habitacional

 

Desde hace unos meses, la crisis residencial vuelve a ocupar portadas. Manifestaciones alrededor de todo el estado español han puesto el grito en el cielo contra la turistificació y la inaccesibilidad de la vivienda. Y es que los precios inmobiliarios hace años que crecen desbocadamente, especialmente en alquiler y en zonas urbanas. Con lo cual, cada vez sectores más anchos de la población ven en peligro su derecho a la vivienda.

La postura de los movimientos sociales tiene una línea clara: pedir una regulación fuerte que asegure que la vivienda es un bien de primera necesidad, y no una mercancía.

Ante esto, el gobierno central está adoptando políticas “suaves” (como la aprobación de nuevas ayudas al alquiler para jóvenes). Medidas de corto plazo y extremamente tímidas, que no afrontan la estructura del problema, y, por lo tanto, no supondrán cambios relevantes.

Por su parte, la receta de la derecha es sencilla: poner todas las facilidades por favorecer la construcción (principalmente privada) y esperar que una mayor oferta baje los precios.  Consecuencia que no está avalada por los datos, como se vio en los años del boom inmobiliario. Esto sin habla de las consecuencias ecológicas que tiene construir más en un territorio ya tan cementado como el nuestro.

 

La vivienda vacía como factor

Però poca gent sembla estar contemplant la possibilitat de treballar amb un factor disponible i de baix impacte econòmic i ambiental. Parlem de la gran quantitat de recursos habitacionals desaprofitats que tenim. El que normalment es coneix com a habitatge buit.

Poniéndonos un poco técnicos, la definición de vivienda vacía cambia un poco según la normativa que se consulte, pero es habitual que se considere deshabitada aquella vivienda que hace más de 2 años que no es residencia habitual o esporádica de ninguna persona

el INE calcula que, al País Valenciano, en torno a un 14% de la vivienda estaría vacío según aquella definición, cosa que implica cerca de medio millón de viviendas estarían vacías en nuestro territorio.

Pero, por estudios focalizados que hemos desarrollado, sabemos que esta cifra es exagerada. Cuando hemos investigado la vivienda vacía de un municipio, normalmente nos hemos encontrado porcentajes que van desde el 4% hasta el 8%. Según estas cifras más cuidadosas, actualmente podría haber alrededor de 200.000 viviendas vacías en el País Valenciano.

Un número todavía muy considerable, que representa un grande abanico de oportunidad. Así, a partir de investigar la vivienda vacía de un territorio, se pueden hacer políticas valientes de movilización que ponen a disposición de la gente miles de casas que hoy en día están totalmente en desuso.

 

Herramientas técnicas para detectar la vivienda vacía

Pero, como se detecta la vivienda vacía de un municipio? Explicamos muy brevemente la metodología que utilizamos en nuestra cooperativa:

  • Contacto con empresas de suministro (agua o luz) porque, a través de petición formal del ayuntamiento, facilitan un listado de inmuebles que cumplen unos criterios de deshabitación concretos (están por debajo de una cifra determinada de consumo en un periodo dado)
  • Contraste del listado con el padrón municipal
  • Establecimiento de “categorías de deshabitación” según los datos. Diferenciando las viviendas que llevan muchos años con consumo 0, de las que han tenido algún consumo muy esporádico (pero que no reúnen a ser consideradas viviendas secundarias)
  • Visitas a las viviendas potencialmente vacías según los primeros datos para comprobar su situación real
  • Análisis de toda la información en conjunto, mapeo de los resultados y presentación de un informe
  • Recomendación de políticas de movilización ajustadas a la situación del municipio

 

Por lo tanto, desde nuestra experiencia, investigar y movilizar la vivienda vacía son acciones de bajo impacto presupuestario y ecológico, que pueden poner muchas viviendas al alcance de la población a precios asequibles.

Es verdad que pueden ser iniciativas polémicas, puesto que requieren una línea política comprometida con considerar la vivienda, ante todo, un bien de primera necesidad. Pero con la crisis residencial que vivimos y viviremos, esta perspectiva parece ser la única que responde a los intereses de la mayoría social.

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